Entrevista › Ladislau Dowbor, Universidad Católica de São Paulo
“Cada municipio debe administrar su desarrollo y sostenibilidad”
El académico apuesta por la productividad de las comunidades locales como herramienta de desarrollo sostenible. Las microempresas tienen un rol allí
Liliana Lavoratti / São Paulo |
Mayo 18, 2010
La articulación de la crisis económica, ambiental y social coloca sobre la mesa la necesidad de formas alternativas de producción y gobernanza del planeta. Entre ellas, el concepto de productividad sistémica del territorio, basado en un análisis integrado de los costos y beneficios para la calidad de vida de la población de una comunidad. El objetivo es asegurar que el desarrollo sea sostenible, asegurando la base natural para las próximas generaciones.
La afirmación es de Ladislau Dowbor, profesor titular en economía y administración del Departamento de Posgrado de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Dowbor propone cambiar el modo de medir el PIB para incorporar un cálculo correcto de la calidad de vida y la reducción del uso de recursos naturales. “Vivir a costas de las futuras generaciones no tiene sentido, ni ético ni económico, aunque lo tenga en términos de lucro corporativo para la forma actual de calcular la productividad”, dice
Formado en economía política en la Universidad de Lausanne, Suiza, Dowbor es doctor en Ciencias Económicas por la Escuela Central de Planeamiento y Estadística de Varsovia, Polonia. Aquí, los fragmentos centrales de la conversación.
Usted parece preocupado por cuestiones que exceden al economista tradicional, y eso es un asunto de cultura general, así que déjeme preguntarle, entonces, cómo ve la cultura económica actual.
Por alguna razón, sólo nos damos cuenta de la existencia de una gran crisis en el planeta cuando los banqueros entran en crisis. Pero la situación es muy dramática. Es necesario solucionar los problemas decurrentes del aumento brutal de la desigualdad y las grandes fortunas. Todo cuanto consume la humanidad está perteneciendo, cada vez más, a un grupo concentrado de personas, inclusive los recursos esenciales para financiar el cambio del paradigma energético. O sea, la articulación de las crisis económica, ambiental y social coloca en la mesa la necesidad de otras formas de gestión y gobernanza, esto es, cómo de administra el planeta.
¿Hay alguna manera de evitar eso?
Hay una conjunción de medidas de nivel más amplio: regulación de los sistemas especulativos, tasación de las emisiones de carbono, expansión del G20 [Grupo de las 20 economías más grande del mundo]. Todo eso mirando hacia el rescate de la gobernanza del planeta.
¿Y cómo debería ser esa nueva administración de los recursos?
Cada municipio debe administrar su desarrollo y su sostenibilidad. El cambio no va a suceder por ley. En el plano local, el trabajo es visto como un eje técnico para generar sistemas locales de información. La cuenta que debe ser rehecha de ese proceso es el PIB, que es bruto porque no calcula la reposición del desgaste que esos procesos causan a los recursos naturales ni mide los resultados en términos de calidad de vida de la población. Cuando, por ejemplo, soltamos desechos en los ríos y después somos obligados a contratar empresas para descontaminarlos, el PIB es ampliado porque el flujo de uso de recursos ha aumentado. Pero, cuando la Pastoral da Criança [un organismo de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil que trabaja por el desarrollo de los niños], por medidas preventivas, reduce la mortalidad de los pequeños, eso no aumenta el PIB. Por el contrario, lo reduce, porque disminuyó el gasto en medicamentos, hospitalización, uso de ambulancia y combustibles. Así queda como que, cuando el PIB aumenta, es siempre bueno, y que usar más recursos también lo es, cuando en verdad estamos gastando los recursos del planeta.
¿Cómo se puede revertir ese proceso?
Si queremos salir de la crisis sistémica, debemos fijar claramente los objetivos en términos de calidad de vida, y no a costa de las generaciones futuras. El punto departida es que cada ciudad adopte instrumentos de evaluación de su progreso con indicadores correspondientes El desempleo es alto, y el país hay mucho por hacer en materia de infraestructura básica. La inclusión productiva pasa por cambios del sistema de financiamiento. El ahorro debe ser utilizado para promover el desarrollo. Las formas de hacerlo son conocidas, experimentadas y dan resultados: cooperativas de créditos, ONGs de intermediación financiera, sistemas públicos de microcrédito, cajas comunitarias de ahorro, bancos comunitarios de desarrollo.
Otro aspecto de la misma cuestión es el calentamiento global. ¿Qué caminos ve para resolver ese problema?
El agua ya está siendo llamada el “oro azul”. La vida en los mares está siendo liquidada, así como la capa de vegetación, incluso con fuerte participación de Brasil, con el desmantelamiento de la Amazonía. Esa colisión de crisis de las áreas ambiental y social, normalmente, se estudia por separado, pero hoy ya comienza a considerarse la sinergia de ambas en varias áreas: calentamiento global es menos acceso a agua dulce, lo que converge con el aumento de la población y el agotamiento de los lechos freáticos. Eso va a afectar la producción de alimentos en breve. El resultado es que tenemos más que la suma de todos esos problemas: es una sinergia en la cual un problema refuerza al otro.
Entonces, ¿cuál es el camino para crecer sin perjudicar el medio ambiente?
El concepto de productividad sistémica del territorio está basado en un análisis integrado de los costos y beneficios para la calidad de vida de la población de una determinada región, asegurando que la propia base natural, como productora de riquezas, sea mantenida o aumentada, y transferida a las generaciones siguientes. Vivir a costas de las generaciones futuras no tiene ningún sentido, ni ético ni económico, aunque tenga todo el sentido en términos de lucro corporativo para la forma actual de calcular la productividad. Precisamos saber cuántos empleos son generados, pues, si la monocultura mecanizada expulsa al agricultor del campo, alguien tiene que soportar los costos de la favelización y el desempleo en la ciudad vecina. O sea, si los empleos llevan a las personas a niveles tecnológicos más avanzados o, por el contrario, las enreda en un ciclo de sobrevivencia miserable.
¿Es posible mantener un equilibrio entre economía, medio ambiente y bienestar social?
El equilibrio ambiental se está tornando vital, pero deben haber reglas de juego definidas por el Estado. Si una empresa instala filtros y deja de tirar residuos industriales al río, eso aumenta sus costos y pierde competitividad en relación a las menos responsables. Por eso las reglas deben ser para todos y fiscalizadas. De lo contrario, las que actúen correctamente saldrán perjudicadas. La reconversión social y ambiental va a exigir reorientación amplia de recursos con una función central del Estado, [pues] alguien debe administrar esos cambios.
¿Y ve algo positivo, en ese sentido, en el camino de Brasil?
Actualmente, hay varias iniciativas dirigidas a la base de la pirámide. En los últimos seis años, el reajuste del salario mínimo fue del 53% en términos reales. Eso generó gran capacidad de consumo en las capas populares, con impacto directo en el desarrollo local. Creció el consumo de bienes relativamente simples y dinamizó la producción de microempresas. Esas iniciativas convergieron con una serie de programas federales de transferencia de renta: Bolsa Família, que beneficia a 48 millones de personas; el PRONAF [que promueve la agricultura familiar]; ProUni [educación universitaria]; el Programa Territórios da Cidadania, y Luz para Todos. O sea, estamos en un proceso en que los poderes locales tienen cómo comenzar a desarrollar la base de la pirámide hacia una convergencia de recursos. Los avances suceden más rápidamente en los sectores sociales que en lo ambiental. Para el resto del mundo esto es un cambio profundo de visión, pues muestra que la distribución de la renta no saca un pedazo de los ricos. Por el contrario, genera demanda que dinamiza la economía y todos sacan provecho. Pero, de aquí en más, debe haber énfasis en las políticas ambientales.
El Banco Interamericano de Desarrollo no es responsable por el contenido editorial; los puntos de vista expresados en el artículo son del autor.
Fonte: BID - Banco Interamericano de Desarrollo - http://www.iadb.org/micamericas/section/detail.cfm?id=7088§ionID=LEADR
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